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martes, 19 de octubre de 2010

EL SECRETO

Esta era una hermosa muchacha que vivía en las alturas de Putaca (Pasco-Perú). Huérfana de madre, ayudaba a su padre en el pastoreo de su ganado. Dócil y trabajadora desde su infancia, al llegar el apogeo de su juventud descubrió que era bella, muy bella; entonces fue presa de un fuerte sentimiento de soberbia que no conocía límites. No obstante que su padre vestía unas ropas viejas y raídas, ella pugnaba por vestirse elegantemente, como las señoritas de la ciudad. El padre amoroso se desvivía para que luciera siempre hermosa con galas cada vez más caras en las ferias pueblerinas de los alrededores. Como es fácil suponer, este tren de vida, era superior a las fuerzas del pastor. Para contrarrestar estas emergencias solía salir de noche a hurtadillas de su choza y, luego de una horas de ausencia, retornaba trayendo unas bolas parecidas al queso fresco que, al día siguiente, las trocaba por monedas brillantes en las Cajas Reales de Pasco.
La purísima calidad de la plata que el pastor cambiaba, despertó la codicia de los empleados españoles de la Institución Real. Éstos, llenos de ambición, decidieron obtener los datos referentes al yacimiento de donde el pastor sacaba aquella riqueza. Hablaron con él reiteradamente; pero ni los tragos ni las amenazas fueron suficientes para convencerlo. El pastor no soltó prenda. Entonces el más audaz y fachoso reparó que la muchacha, hermosa como pocas, no apartaba los ojos de él. En ese instante se dio cuenta que le sería fácil conquistarla y, por intermedio de ella, descubrir el yacimiento.Al día siguiente comenzó el flirteo. Primero el acoso, los galanteos, los regalos; después las citas nocturnas y continuas que terminaron por rendir a la muchacha. Completamente sometida, se convirtió en un fantoche que atendía con escandalosa solicitud los caprichos de su enamorado. Así las cosas, un día que el galán le pidió que le mostrara la mina de donde sacaba la plata su padre, ella siguió a su progenitor sin que éste lo advirtiera; satisfecha su curiosidad y conocedora del yacimiento, citó a su amante. La noche del encuentro, ambos fueron con sigilo y entraron en la mina. Quedaron mudos de fascinación. La plata brillante se encontraba en pródiga abundancia en aquella mina. Repuesto de su asombro y ayudado por su pareja, el hombre, logró llenar un buen zurrón de plata y cuando estaban a punto de marcharse vieron entrar al pastor…- ¡Hijos!,…¿Qué hacen en la mina?.- ¡Oh! padre… he revelado tu secreto al hombre que amo!. ¡Perdóname! – Suplicó la muchacha.- ¡Oh! hijita!…No es nada grave. ¿Tú querías conocer esta mina? – preguntó al galán que no salía de su pasmo…- Sí, sí –balbuceaba- pero…- Nada, nada. Por lo que veo ya has llenado una fuerte cantidad de plata en tus alforjas, bueno, llévatela.- Es… ¿verdad? –Alcanzó a musitar el intruso, incrédulo de lo que estaba ocurriendo.- ¡Claro! –Respondió el pastor- Eres amigo de mi hija y si quieres más de este metal, puedes volver cuando quieras, pero ¡eso sí!. Nunca reveles nuestro secreto.- ¡Oh no, no… nunca! –Casi gritó el chapetón.- Bien, hijo. Entonces cerremos el trato. Puedes llevar todo lo que se te antoje con la condición de que no reveles de dónde lo sacas… ¿De acuerdo…?- De acuerdo, taita….- Entonces para celebrarlo, sírvete esta chichita que he traído, debes estar sediento.
Muy emocionado, el español bebió abundantes sorbos de la chicha que el pastor le había brindado. Cargó sus alforjas y emocionado como un niño retornó a la Villa de Pasco. Allí, después de reunir a sus amigos y mostrarles grandes manojos de plata nativa, rosicler y abundantes montones de plata piña, les dijo que ya se consideraran unos hombres ricos porque a primera hora del día siguiente los conduciría a una mina fabulosa. Cariñoso se despidió de cada uno de ellos y se retiró a descansar.
Al día siguiente cuando sus amigos fueron a despertarlo lo encontraron frío y duro como un carámbano. Estaba muerto. El secreto del pastor estaba bien guardado.

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